Después de las Navidades se abren las puertas del Tokyo Auto Salon. Con tanta efervescencia dentro de Mazda, está de sobras justificado el ruido periodístico que a tres semanas vista ya está alcanzando decibelios de tsunami. Amaxofílicos, ejecutivos, pilotos, obsesos de la tecnología, maníacos del diseño y corsarios de la ingeniería inversa. Hace días que sienten el runrún en las tripas.
Las ferias de muestras occidentales, como el Salón de Ginebra, que también está a la vuelta de la esquina, envuelven menos misterio. Estamos más insensibilizados a las sorpresas de las marcas europeas y americanas porque esta cultura nos es cotidiana. Pero los japoneses siempre parece que no sabemos por dónde van a asomar, y eso genera deseo.
Es puro voyeurismo, pero la galería de fotos que anticipan los de Mazda apetece.
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