Es uno de esos vídeos que te demuestran que hay gente que tiene el cerebro del mismo tamaño que el hueso de una oliva. O quizá más pequeño. Lo entenderéis después de verlo.
Todo ocurre en Portugal, donde el conductor de un Audi R8 V10 decide picarse con dos motos deportivas de 1.000 centímetros cúbicos cuando su novia alucina al verlas. Quiere demostrarle que lo mejor es lo que él tiene entre manos e inicia una disparatada persecución que por suerte no termina en accidente. Digo «por suerte» por la pobre gente que circula por la autopista a una velocidad normal, no por otra cosa. Ellos no tienen la culpa de que tres imbéciles se hayan retado como si estuvieran en un circuito.
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