¿Para cuándo un fabricante de coches 100% español?

fabrica SEAT
A propósito de encontrarle un sentido a estas cuartillas, el lector habrá de plegarse a una cuestión: SEAT no es una marca de coches española. Lo fue, pero hoy es una ramal del comercio germano, lo mismo que Skoda no pertenece a los checos. Se está hablando en este artículo de negocios; en absoluto la afirmación debe ser tomada como una acusación de cualquier clase que intente ofender a nadie.

Continuando la exposición, palpo en la calle que éstos son tiempos muy políticos, y ocuparse demasiado en estos temas es lo propicio para ventajistas y discurseadores. Retomando lo del negocio, habría que centrarse más en arrancar proyectos que en perorar sobre ellos.

Una industria que trabaja por y para otros países

En suelo de la península ibérica, se ven desde las autopistas fábricas de coches y centros de distribución logística; vehículos que vienen de un país y recalan aquí antes de seguir su migración hasta su destino. Se ven también factorías más menudas, donde se hacen piezas sueltas que serán exportadas para que las cosan al resto de un coche en otro lugar. Y luego ese coche volverá de nuevo aquí, a ser vendido, o a que le embarquen hacia América o África. En España, sumando todo, la industria automotriz tiene una veintena de complejos manufactureros. Lo que ese aparato laboral representa para el Producto Interior Bruto lo saben los Gobiernos Autonómicos y el Ministerio de Industria.

Con lo anterior, quiere decirse que acumulamos una experiencia respetable en lo de cultivar coches y que hay una porción de familias que viven de ello, y se topa uno con la paradoja de no poseer una marca o un fabricante propio; todos son encargos de otros países que parecen gastar un temperamento de personas de acción, al tiempo que nosotros damos aspecto de contemplativos y quejosos. Hay unos pocos que despachan coches españoles, como Hurtan o Spania GTA, pero se encuentran tan solos y abandonados al albur de los caprichos de contados clientes adinerados, que están lejos de ser una maquinaria que deje huella en todos los continentes.

SEAT 600

Tenemos los mimbres necesarios

España tiene costas en el Atlántico y el Mediterráneo; lo mismo mira hacia levante que hacia poniente. Y sus posaderas están en un paralelo algo a medio camino del septentrión y el mediodía; lo mismo da llevar máquinas a Finlandia que a Namibia. Hay suelo donde hincar forjados de fábricas; hay personal cualificado; hay diseñadores e ingenieros, se elabora incluso grafeno para baterías mucho más aprovechables que las de litio: hacer vehículos híbridos o eléctricos y salir agitando la bandera verde y limpia tampoco debiera ser problema.

Conocimiento, medios y gente. Creo que cuesta imaginarse un decorado mejor para darle un empellón a una marca generalista española. Y como uno es un tanto beocio y macaco, más me resisto a creer que a nadie se le haya ocurrido esto antes que a mí. Empezar con dos modelos sencillos, poco sucios y verdaderamente económicos. Otros movimientos de apoyo igualmente valdrían: rebajas de impuestos si se compra un coche de marca española, alianzas con constructores para intercambios de componentes, e inversiones en las universidades de ingeniería que hiciesen palanca y desatascasen las decenas de diseños que se agostan cuando llegan a la forma de un molde de barro con ruedas de goma.

Hora de ponerse en marcha.

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