La llegada del primer SUV de SEAT era una oportunidad para la fábrica de Martorell, que en los últimos años se ha visto castigada por los recortes salariales y por los despidos, sobre todo desde que el alemán Jürgen Stackmann se hizo con el control de la compañía española.
Las ventas han crecido desde entonces y podríamos decir que el trabajo está dando sus frutos, pero los empleados no están tan contentos como los accionistas. ¿Por qué? Pues porque la política de recortes no cesa y ahora nos enteramos de una noticia que supone un duro varapalo para los que cada día fichan en la planta de la localidad barcelonesa.
El «peloteo» no siempre funciona
Mientras el Rey que acaba de abdicar y el amigo de las eléctricas el ministro de Industria, Energía y Turismo (José Manuel Soria) se dedican a entregar la Gran Cruz de la Orden de Isabel la Católica a Martin Winterkorn, CEO de Volkswagen AG, nos enteramos de que el futuro SUV de SEAT finalmente no se fabricará en nuestro país, sino que se lo llevarán a una planta que Skoda tiene en la República Checa para aprovechar los menores costes laborales.
Decisión polémica
Es una decisión empresarial que afectará a muchas personas y que ya está recibiendo muchas críticas, puesto que el futuro modelo, que no llegará a los concesionarios hasta 2016, se ha diseñado el Centro Técnico de la compañía en Martorell. Han sido meses y meses de espera hasta que Stackmann ha dado la noticia: se lo llevan a Kvasiny (República Checa) porque son más eficientes que nosotros desde el punto de vista de los costes.
Los sindicatos ya han expresado su disconformidad asegurando que en Martorell es donde se registran los índices de calidad y productividad, por lo que no entienden esta decisión. Por eso ahora exigen un nuevo plan industrial que garantice la fabricación de futuros modelos en Martorell.
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