Renault Scénic y Grand Scénic 2021

Lanzada con la vitola ‘2017’ en los formatos cinco y siete plazas, la cuarta generación añade ahora un motor nuevo de gasolina, redibuja su hocico un poco y suma dos colores más: un azul glauco y un rojo que está entre el vino tinto y la cereza. Las llantas de veinte pulgadas de serie en cualquier acabado siguen ahí.

Es la viajera en familia, la que nos lleva con los bártulos a bordo, nos echa una mano en las mudanzas y se la ve tan feliz cuando vuelve del pueblo, cargada de embutidos, hortalizas, dulces, conservas, frutas y garrafas vermú; la Scénic, sí, en unos meses cumple veinte años. Y ahí la tenemos, desacomplejada; resistiendo el acoso de sus congéneres que la miran de través, porque no se viste de todocamino.

Todo un superviviente

Si te gustan los vehículos multipropósito sin que midan cinco metros ni se den un aire de todoterreno o de camionetas comerciales, te digo que se te van agotando las posibilidades y que la automoción quiere que te extingas. Uno a uno, los monovolúmenes superventas van sucumbiendo. Resisten muy pocos a la expulsión del planeta; como el cocodrilo, que parece hacerle la peineta a Darwin y persevera en la tierra desde incontables centurias.

La Scénic nunca fue ni la más cómoda, ni la que más ingeniosidades tenía en el habitáculo para cambiar la distribución o sacar espacio de cada esquina. Tampoco tuvo nunca el maletero más grande ni la conducción más afilada. El caso es que llegó y se instaló de a poco en el paisaje de nuestras carreteras; como a sorbos, paso a paso. Otros, mejores que la Scénic en lo de ser prácticos y tener buen rendimiento, ya ni aparecen en las páginas de internet oficiales de las marcas… Ford C-Max, Opel Zafira, SEAT Altea, Mazda 5, y una constelación de monovolúmenes medianos han pasado por dos destinos: o se les ha borrado del catálogo o les han cambiado el pellejo por entero y ahora lucen ropajes de senderista. Ejemplo de esto último sería, sin ir muy lejos, un Peugeot 3008.

Para el mercado español, apenas despuntan la Citroën C4 Spacetourer (antes C4 Picasso), la Volkswagen Touran, la Fiat 500L y, en efecto, la Renault Scénic IV, que es la protagonista de estas notas.

Chasis y motores conocidos

Su chasis lo encontramos en el Renault Mégane, Renault Kadjar, Renault Talisman, Nissan Qashqai y algunos vehículos más del totémico grupo Renault-Nissan-Dacia-Mitsubishi-Avtovaz. Por tanto, sus motores son también los que rondan por estas marcas y otras que han llegado a buenos acuerdos con ellos. Tal es el caso del polifacético 1,33L. al que Mercedes le está sacando tanto jugo.

A este motor de gasolina con cuatro cilindros y turbocompresor le vemos en la Scénic 2021 como 1.3 TCe 140 CV y 1.3 TCe 160 CV. A la gasolina, como referíamos al empezar, se ha unido el tricilíndrico 1.0L. con turbocompresor y ajustado a 115 CV (TCe 115).

Siguen con nosotros los diésel 1.5 dCi 120 CV y 2.0 dCi 150 CV. De un combustible y del otro, estos bloques constan en tantas marcas y en tantos modelos que referirlos aquí a todos requeriría de un anexo igual de extenso que el propio artículo.

Lo que queremos indicar es que son motores muy testados y muy conocidos por los mecánicos e ingenieros, y sus alifafes no toman a nadie por sorpresa. En general, los más satisfactorios las veces que los hemos conducido en otros coches son los 1.3 TCe adaptados a 140 CV y los 2.0 dCi 150 CV. Ambos admiten cambio manual y cambio automático de doble embrague. Cualquier motor de los mentados ya estaba presente cuando se presentó a finales de 2016 la cuarta generación de la Scénic, pero estaban afinados a potencias menores. Con lo cual, un plus de la renovación 2021 es la ganancia de brío mecánico. El único que aún no estaba en una Scénic es el 1.0 TCe 115 CV.

Algo que nos extrañaría poco es que, con el bastidor que sostiente la Scénic, viéramos en tiempos próximos algún tipo de hibridación eléctrica. Lo malo es que esto comprometería el espacio del maletero y tal cosa sería un golpe difícil de compensar en la reputación de un monovolumen, pues a éste se le pide, sobre todo, hueco donde meter cargamento.

Maletero y habitáculo

Sobre el asunto del maletero, lo encontramos cumplidor, para tratarse de una carrocería monovolumen compacta: 506 litros de espacio mínimo. Los de la Fiat 500L y Citroën Spacetourer son algo más capaces, cierto.

En el habitáculo rezuma un aroma muy Renault Espace/Renault Talisman, los coches-turismo más grandes de la casa… Proyector de información en alto, sobre una pantalla de plástico que sale del cuadro de instrumentos, más una consola central enorme, dominada por la pantalla táctil multimedios. Buenos asientos frontales con regulaciones bien finas y reposabrazos mullido… Ese estilo mima en especial a las personas que van delante. Detrás, un par de pasajeros irán a gusto, pero tres no. En la Grand Scénic, con sus siete plazas, sucede otro tanto; dos van en la gloria y cinco no terminan nunca de encontrar la postura cómoda.

Plantearse un viaje de mil kilómetros con todas las butacas ocupadas conlleva jugarse a los palillos chinos quién se queda en la última fila. Allí, al fondo del coche, a las dos horas te entra eso que los reumatólogos llaman Síndrome de Corea Menor, y los no facultativos conocemos más como El Baile de San Vito. Pero esto, a nuestro entender, es extensible a cualquier turismo al que se le anexen dos plazas extra. Aún no hemos dado con un siete plazas donde los cinco que están atrás sonrían. En resumen, la Grand Scénic la veríamos más para el que quiere la Scénic y muchísimo maletero, con lo que pliega los dos últimos asientos y se encuentra con el espacio de un camión.

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