Lo que ha pasado con los coches mientras estabas de campo y playa

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La cosa del veraneo tiene dos caras; unas personas saborean la pereza y a otras les llega una estación desastrosa, tachonados de faena en jornadas dobles. Dentro de la prensa, al menos en este país, se entiende que durante el estío la gente mira las musarañas o se queda colgada en la inopia. Y que no pasa nada sustancial. Esto se exagera en el periodismo de la automoción. Se hace una correlación perversa: no se presentan modelos nuevos, ergo el mundo ha dejado de girar. Falso. Vamos a ver qué tal nos ha ido el verano de 2022, que ha estado muy movido.

«No nos va a gustar de dónde salen las baterías»

Esta frase la leo metiéndonos ya en calores, en la antesala vacacional, en un mes de mayo que nos hace ir a cuerpo por la calle algo prematuramente. La deja ir como si nada el Consejero Delegado del grupo Stellantis, Carlos Tavares. La declaración sale del Financial Times, en unas jornadas sobre ‘El Futuro del Coche’.

Uno no sabe si tomarse esto como una exageración agorera o una amenaza social, política y económica con un fundamento tétricamente sólido. Lo risible es la técnica del avestruz: porque algo así de preocupante sale apenas en dos o tres medios de comunicación. Meter la cabeza en el suelo y no mirar es lo que sugiere Carlos Tavares ante un panorama ominoso, pues sentencia los años 2025 y 2026 como el colapso del suministro de baterías y la guerra a tumba abierta por las tierras raras.

Las fábricas echan las culpas a los reguladores, los reguladores le cargan el muerto a las fábricas. De ahí no salimos.

Inflación

Es el término más resonante las últimas semanas. En España, la subida del coste de los carburantes se congela de súbito empezado el mes de julio. Incluso se ven bajar los combustibles algún céntimo. Mientras miramos con hechizo la tabla de precios de gasolina, gasóleo y gases varios de automoción y nos congratulamos por nuestra suerte, detrás de las bambalinas van encaramándose al cielo los precios de la comida, las energías para el hogar, el agua potable, las viviendas y otros objetos bastante más necesarios que un teléfono móvil.

Sopladores, aduladores y opinadores

Estas cápsulas radiofónicas que ahora hay que llamar ‘podcasts’ son un sustrato inagotable de estulticia. Una parte de ellas son publirreportajes de dos horas adulando a los patrocinadores del programa y haciendo soplar la turbina que estos patrocinadores dictan. La otra parte consiste en tertulias de reaccionarios que van haciendo su apostolado. Lo que tienen en común unos y otros es que siempre juran que conocen una garganta profunda en cada rincón de la industria automovilística y que hablan en pontífice, como si lo que dicen fuera irrebatible, de una certeza única y lapidaria.

Otra cosa que comparten los dos sectores de opinadores es menear un apotegma que nadie sabe de dónde ha salido y repetirlo ad nauseam. El de este verano sería algo así como «los precios de los coches se disparan porque las marcas quieren vender menos y ganar más, porque buscan más margen de beneficio».

Hay varias materias donde las multitudes rebosan erudición en cualquier bar, colmado o peluquería: deportes, economía, política, psicología… Ahora están en los ‘podcasts’. Estos nidos de evangelizadores sueltan sus proclamas a una generación que ha sido criada por internet sin que haya nadie de mérito que las justifique, las pondere, las reflexione o las explique. Esto de menos coches y más beneficios es una aberración lógica y es un harakiri a cortísimo plazo. En otras circunstancias históricas hemos visto que fabricantes que lo jugaban todo a esta ficha en el casino han tenido que recular y lanzar modelos que vender más baratos, porque se iban a la quiebra.

Acaso los fabricantes estén deseando sabotearse a sí mismos, cesando trabajadores a troche y moche y suprimiendo a los concesionarios, es porque están caminando sin anteojos, mirando únicamente lo que hay delante hoy. «Trinca lo que puedas y a vivir que son dos días» sería el título de su novela. Y el corolario iría más por el refrán de «y mañana Dios dirá» o, también sería válido, «y el que venga luego que se espabile».

Geely compra la sección de motores de combustión de Renault

Un pedacito de Renault es de Geely desde hace unos pocos años, pues entraron como socios del grupo francés en Korea. El último día de agosto, leo un comunicado de la agencia de noticias Reuters afirmando que se va a consolidar un plan fenomenal: Geely y una compañía petrolera que no se nombra se quedan con el 60% del negocio de las unidades de potencia térmicas. Las agencias de noticias tampoco tienen empacho en informar sin contrastar, dicho sea de paso.

Geely también es propietaria de Volvo y de un trozo de Mercedes, por ejemplo. Este espíritu napoleónico de ir conquistando es muy antiguo, lo que choca es que en Geely, supuestamente, absorban una macroindustria que desde Europa dan por enterrada. Habría que preguntarse por qué los coches de Renault/Samsung a gasolina, diésel o GLP los desea Geely. Alguien estaría cometiendo una torpeza olímpica de ser cierto el comunicado y tengo mis sospechas, pero como son conjeturas me las quedo para mí. Los lectores que indaguen y le den al cráneo.

Despiden al jefe de Volkswagen

El 22 de julio, sofocados y por encima de 40º en los termómetros, escriben desde Berlín todas las agencias de noticias que conozco: han echado al señor Herbert Diess. Ya no será más el Consejero delegado de Volkswagen y le sucede un gerente que hasta ahora trabajaba en Porsche. A rey muerto, rey puesto sorprende poco. Porsche es la accionista mayoritaria de Volkswagen y también decide salir a bolsa en espera de recaudar un pellizco macizo con la venta de acciones.

El despido será por alegaciones a malas artes de Diess o será por guerras intestinas en la casa, el caso es que lo cesan después de pasarle un patata caliente en 2018: terminar con los coletazos que iba dando el escándalo del diésel mientras dirigía la compañía el señor Winterkorn. Luego hicieron un apaño metiendo durante un tiempo en la trona a Matthias Mueller, pero, la operación «limpieza de cutis y vamos a por la movilidad eléctrica», la ha ejecutado Diess.

Creo que nadie se acuerda del ‘Dieselgate’ ya, aunque se ha publicado también este verano en la agencia Europa Press que la broma les había costado más de 300 millones de euros y que hace pocas semanas, en Estados Unidos, Porsche ha tenido que pagar algo más de setenta millones de dólares para llegar a un acuerdo por denuncias de falsificación de emisiones nuevamente.

Vamos a terminar como empezamos el artículo: Tavares dice que «no nos va a gustar de dónde salen las baterías». Estamos de acuerdo, y pasa que Volkswagen va a colar una gigafactoría de estas baterías con sus humos, líquidos y residuos en Sagunto. Todo el mundo parece muy feliz con ello, lo llaman progreso y se ve que las obras han de arrancar ya mismo, en algún momento del año 2023.

Vaya veranito.

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