Hay multitud de motores y cada uno tiene su particular forma de dirigir sus asuntos, aunque todos hacen básicamente lo mismo: comer y excretar. Para mí, así es como hay que entender la ‘distribución’, de la misma manera que comprendemos el cuerpo de un mamífero. Si uno se aturulla cuando le hablan de la Correa de Distribución, para salir de esta desazón y de estas nieblas hay que sujetarse a lo más primario.
Gases que sobran
Una persona vive porque aspira aire y se nutre comiendo y bebiendo. Eso, claro está, deja sus residuos; los que eliminamos exhalando, sudando, miccionando y haciendo mayores; acuclillados en un retrete o en el monte. Tomar oxígeno por unos orificios, mezclarlo con lo que ingerimos desde otro agujero, y llevarse lo sobrante hacia otras aberturas. Eso es lo que hace un motor. Dentro se unen aire y combustible, y los gases que se desprecian hay que sacarlos.
De vuelta a la zoología, imaginemos que las piezas de nuestro cuerpo se desequilibran o que rompen su sincronía; el sujeto se pone enfermo de cuidar. Y en el caso del motor, lo que hace que todo ruede al compás, que sus procesos internos sean constantes, y que cada elemento mecánico se mueva cuando le toca moverse es la ‘distribución’.
La distribución, en los vehículos más modernos, se media por las tecnologías que los ingenieros crean mejores y más precisas. Una de las formas más populares de ‘distribuir’ es por el mecanismo de la Correa de Distribución.
Cada cierto tiempo hay que pasar por el taller de turno
Es una pieza que tiene su caducidad, que ha de estar tensada adecuadamente, que por el nombre ya se intuye que tiene aspecto de cinta o tira, y que hay que revisar y cambiar cada 90.000 kilómetros o cuatro años; son unos números que elijo como término medio, porque las hay que se sostienen hasta los 150.000 kilómetros y otras que agotan su vida antes.
Unas están compuestas de caucho y fibra de vidrio, otras de teflón, y otras de mil y un elementos de la Tabla Periódica; en último término, son todas bien parecidas: lisas por una cara y con dientes por la otra.
Cuando llega el momento de sustituirla, nos acordamos de los nombres del santoral al completo, porque en un taller español, más o menos, la cuestión exige unos 600€. Lo que no se recuerda es que la distribución por correa es silenciosa, ligera y algo más eficiente para el consumo de combustible que otras vías que se han ideado para ‘distribuir’. Entre las alternativas, una de las más cultivadas es la ‘Cadena de Distribución’, que es muy similar a la Correa de Distribución, aunque esta tira o cinta es metálica, igual que la cadena de una bicicleta.
En las preferencias de mucha gente, el sistema de la cadena metálica está por delante de la Correa de Distribución, porque esta cremallera no hay que reemplazarla. Pero lo cierto es que también necesita un mantenimiento y una lubricación, o se pone a vibrar y a jalear. A lo anterior se añade que todo el conjunto es más pesado. La Correa de Distribución tiene sus bondades y sus almendras amargas, pero se da lo mismo con los demás métodos que se han inventado para ‘distribuir’; siempre hay una tacha.
Otros componentes
A partir de aquí, al mirar la Correa de Distribución, se ve que hay otras pequeñas correas que parecen acopladas a ella y que se gobiernan todas en simpatía… Son las correas accesorias o auxiliares, y le dan vida a otros elementos como la bomba de agua, el aparataje del aire acondicionado o el alternador. A mí me da la impresión de que éstas ya son materias para otro artículo.
por fin lo entiendo ,espero tardar en cambiarla,saludos.
Lo mismo digo Jose, pero me temo que de este año no va a pasar!
Un saludo.