Especial Halloween: Historias reales de coches malditos


El terror también huele a gasolina y caucho quemado, pero no a causa de Hollywood y coches como el Peterbilt 281 de ‘El diablo sobre ruedas’ ni del Cadillac Eldorado de 1972 que vimos en ‘Sin aliento’. Sí, los fantasmas siempre salen en la noche del 31 de Octubre (Halloween), aunque no siempre circulan a pie. En muchos lugares del mundo, recónditos o no, existen historias de coches que a determinadas horas salen como espectros fulminantes a través de la niebla. Solo un instante, y los pelos se te ponen de punta. ¿Son de verdad o solo son cuentos? ¿Qué casos reales son los más reconocidos en el mundo automovilístico? Ni los mismísimos Mulder y Scully se meterían en un caso con los coches malditos que os mostramos a continuación.

El Volga que sembró pánico en Rusia


El deshielo de la Guerra Fría estaba aún lejos para un pueblo soviético anclado bajo el dominio comunista de los años 60 y 70. Durante aquellos años eran muchas las amenazas, la inseguridad civil y las anomalías del Gobierno que se mezclaban con alguna dosis de terror en las calles. ¿Qué más podía pasar? En Moscú brotó un caso concretamente alarmante; el Volga color negro. Algunos testigos decían que sus ocupantes parecían sacerdotes o monjas, algunos juraban que eran adoradores de Satanás o que el diablo mismo ponía sus manos al volante.

Este coche, que en aspecto pudo ser un Volga GAZ M21 de segunda generación (el cual destacó en la URRS entre los años 1958 y 1970), recorría las calles decorado con llantas blancas y cortinas en la parte trasera, según algunos testigos. Se comenta que este «automóvil del infierno» se llevaba a todo aquél que le ponía los ojos encima. Es más, existen casos en los que, algunas personas que hablaban de él desaparecían al cabo de 24 horas. El mito del Volga misterioso fue ampliamente difundido a zonas de toda Rusia, Ucrania, Polonia y Mongolia. La realidad puso ser bien distinta, ya que los comisarios políticos soviéticos “politruks” y otros funcionarios del partido Comunista usaban este modelo como vehículo de paseo y para llevarse «a quien les viniese en gana», (para que nos entendamos).

El Renault inquieto de Ciudad del Cabo

Cuando un coche estacionado en zona llana se mueve solo, algo malo está pasando. En Ciudad del Cabo (Sudáfrica), una familia que celebraba una cena en casa junto a algunos invitados, se vieron sorprendidos por un fuerte golpe en el jardín. Cuando se acercaron, vieron que su Renault e movía sin conductor alguno, acometiendo contra la valla de la casa y saliendo a la calle hasta detenerse en los aledaños de la misma. Cuando llegaron al coche, descubrieron que nadie había forzado las puertas o las ventanas, que nadie se había acercado a la casa e incluso el freno de mano estaba puesto. Cuando la policía llegó al lugar, no se creían ni una palabra de lo sucedido hasta que el coche se encendió delante de ellos. El Renault volvió a moverse solo hasta chocar con un árbol cercano. El caso se investigó y la explicación fue que uno de los cables de arranque estaba oxidado.

El coche maldito de Franz Ferdinand


La casa Gräf & Stift lanzó su Double Phaeton en 1911 como un coche de lujo destinado a la alta sociedad. Una mañana de domingo, el Archiduque Franz Ferdinand y su esposa Sofía Chotek visitaban Sarajevo subidos a bordo de este coche, en compañía de su chófer y escolta personal. Durante el paseo fueron atacados por un grupo de anarquistas, con la mala suerte de acabar en un callejón donde, tras ser acorralados, fueron asesinados cruelmente por uno de los cabecillas del asalto, Gavrilo Princip.

El coche pasó entonces a manos de un oficial que, una semana más tarde, se mató en el mismo coche cuando intentaba esquivar a un campesino que se le cruzó en el camino. La limusina no sufrió demasiados daños y al finalizar la guerra, el gobernador de Yugoslavia lo adquirió dejándolo impecable. Después de 3 pequeños accidentes al volante del Double Phaeton, un accidente más grave le hizo perder el brazo derecho. Al no poder conducir, vendió el modelo a un tal Doctor Sikris, el cual murió aplastado por el automóvil en extrañas circunstancias seis meses después. La reputación del coche comenzó a extenderse, aunque no asustó al joyero Simon Mantharides, que lo añadió a su colección de coches. Sin embargo, se suicidó tres meses más tarde sin causas aparentes. Meses más tarde, un hombre suizo que había comprado el modelo se rompió el cuello al estrellarse con él en las Dolomitas italianas. El coche sufrió algunos desperfectos y su motor se vio afectado, por lo que fue vendido a un granjero que, en compañía de un amigo, intentaron arreglarlo hasta que el coche volcó y ambos murieron aplastados.

Pero el coche maldito de Franz Ferdinand aún no se había cobrado su última vida. Tiber Hirschfield, su último propietario, lo repintó para intentar quitarle el mal fario que acompañaba al vehículo, pero se mató junto a seis amigos de camino a una boda. En la actualidad, descansa en el Museo Militar de Viena, quieto y esperando un nuevo conductor.

El condenado Plymouth de 1938


En la década de los años 50, Newton Squire (Pennsylvania) era una comunidad agrícola y monótona donde el periódico local solo tenía casos sobre perros matando ovejas o alguna obra del ayuntamiento. En una mañana de diciembre, el periódico anunció la peor tragedia que sucedió hasta entonces: el fatal accidente de una familia en una carretera del West Chester Pike. Dos coches colisionaron de frente y por desgracia, un matrimonio que viajaba con su hijo adolescente murió en el acto. El joven que lo causó (y el cual salió ileso) viajaba solo y completamente borracho. La familia de este joven estaba bien conectada a la sociedad política de ese estado, lo que evitó su ingreso en prisión. Es más, los amigos del joven confesaron que éste bromeaba con el accidente y no parecía tener remordimientos.

Justo un año después, cuando se cumplía el primer aniversario de la muerte de esta familia, el mismo joven conducía su Plymouth de 1938 junto a un amigo por la misma zona del accidente, de nuevo en la misma carretera del West Chester Pike. El coche volcó y ambos murieron en el acto. La coincidencia es espeluznante, pero nada en comparación con lo que sucedería después. Los oficiales de policía que cubrieron el caso, confiesan que un Plymouth del 38 continúa recorriendo imprudentemente la zona. Incluso intentaron seguirle en una ocasión, pero desapareció sin dejar rastro. Al pasar los años, los diferentes oficiales de policía que cubrían aquella zona completaban informes muy parecidos entre sí. Los avistamientos se hicieron múltiples y en la actualidad, dos oficiales que rondaban la carretera maldita pudieron ver a los dos ocupantes dentro de un Plymouth del 38. El informe decía lo siguiente: “Eran dos jóvenes con un estilo extraño, sus expresiones eran de terror y dolor absoluto, como si estuviesen viviendo un infierno y supiesen que nunca podrían escapar”.

Curiosidades,
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