Prueba: EcoScooty 350

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Si mezclas una rueda que dentro lleva un motor eléctrico, un patinete y un ciclomotor sale una criatura como la que se ve en la foto. A ciudades saturadas se responde con ingeniería pragmática. Bicis con baterías, patinetes eléctricos, Segways y otras semillas de la imaginación dan libre albedrío al movimiento todoterreno sin pagos de parkings ni gasolina.

Hasta ahora sólo lo tenían los norteamericanos. El 350 de EcoScooty se presenta en Europa dentro del Salón Internacional Caravaning en la ciudad de Barcelona, del 4 al 12 de octubre. ¿El desembarco comercial? Con efecto inmediato, según la gente de EcoScooty, que son los que desarrollan el proyecto y gestionan su distribución.

Los visitantes y curiosos que acudan a la exposición lo probarán; un ratito y haciendo cola, pero a nosotros nos tocó la lotería este fin de semana. Por alineamientos astrales del Tarot marketing-prensa que aún no entiendo y que no quiero preguntar a los jefes, capeamos todas las prerrogativas de las que gozan las televisiones, y nos dejaron un par de 350, todavía camuflados con vinilos de “Super Scooter”; les sisamos los caramelos antes de que ellos vinieran a buscarlos.

Los metimos en un Peugeot RCZ y bien saben los viandantes que nos vieron pasar como una exhalación que los hemos estrujado al límite: playa, montaña, ciudad… Teníamos el consentimiento de EcoScooty, una “cesión incondicional”, por así decirlo. Y los devolvimos enteros. Conque nada fue ilegal.

¿Qué es un EcoScooty 350?

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A mi parecer, las fotos son bastante esclarecedoras. Este deslizador se mueve eléctricamente, se plega en tres gestos y lo guardas dentro de un armario en casa, en una autocaravana, en un yate o donde te venga en gana. Y lo usas para ir al trabajo sin pasar por la taquilla del tren, metro o autobús. O para salir a disfrutar como un bebé un sábado por la mañana, porque el cacharro se pone a 35 km/h, al menos con mis 72 kilos de carne y hueso encima.

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La denominación ‘350’ es por los Watios de su motor. Hay otro de 500W y otro de 800W, aunque no nos dieron pistas de cuándo asomarán por las tiendas o las empresas de alquiler en España. No obstante, la potencia la juzgo holgada; en el libreto se menciona que tiraría de una persona de 150 kilos… Con sinceridad, en las pruebas no llegamos a cargarlos hasta el máximo, pero me temo que una rampa larga de 8 o 10 grados de inclinación se le atragantaría: 150 kilos es un bocado más grande de lo que el 350 puede masticar si hay ascensos pronunciados y llegas a ellos sin inercia y velocidad.

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El principio de su ingeniería, de hecho, es tan evidente que terminas preguntándote cómo no se te ocurrió a ti. Hace ya algunos años que se están testando ruedas que se autoimpulsen, es decir, que dentro de la llanta se aloje el propio motor. Pues esto es lo que han aplicado a los EcoScooty, lo mismo que a los patinetes eléctricos. La ligereza de los materiales y de la pila de polímeros de litio hacen el resto de la alquimia.

Los datos técnicos

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30 kilos de peso y plegado mide 30 centímetros de largo. Sobre lo que me cuenten el fabricante y el ingeniero español afincado en China que se lo inventó, estos dos datos son los que más me interesan. A diferencia del patinete eléctrico, el EcoScooty es ilimitadamente más funcional, porque lo doblo en tres meneos y sin tener que hacer un curso de capacitación mecánica.

La eterna cuestión decisiva es la autonomía. Nosotros al acelerador lo tratamos irrespetuosamente, sin ternura alguna, subiendo cuestas y atravesando arena y gravilla. Alcanzamos los 27 kilómetros.

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Empleándolo en una ciudad, añadiendo a la ecuación el tránsito, los viandantes, el sentido común y el civismo, los 30 kilómetros de autonomía certificados en laboratorio es más que factible alcanzarlos. Evitar esa ansiedad conocida como “el síndrome de la batería vacía” es el otro aspecto que siempre intento clarificar cuando tratamos con vehículos eléctricos. Así, pues, en nuestra prueba se comportaron como se les exigía.

Hay dos tipos de carga, una media y una completa. La carga media son dos horas y la completa son cinco. Nunca hicimos la carga media, conque no podemos dar fe de cuánto aguanta el EcoScooty en esas condiciones. Entre otras cosas, las recargas rápidas no le sientan bien a largo plazo a las baterías, ni de móviles, ni de coches híbridos, ni de motos eléctricas. Sí que podemos atestiguar que a las cuatro horas, la luz roja del cargador ya estaba verde, aunque por precaución de evitar resultados erróneos en el test, no lo desenchufamos hasta las 5 horas reglamentarias.

La potencia de la batería permite que normativamente el EcoScooty quede dentro de la legislación de las bicicletas. No hay seguro que pagar, ni matriculaciones. A mí eso me hace la vida mucho más fácil. A mayor abundamiento, los discos de freno, las pastillas y accesorios son de bicicleta corriente y moliente, con lo que el mantenimiento se puede hacer en casa si eres algo manitas. Y, si no, se revisa en cualquier taller de bicis o motos.

¿Por qué un EcoScooty y no un patinete eléctrico?

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A título personal, ya he dado pistas. Lo primero es que el EcoScooty le da un repaso al patinete en polivalencia y funcionalidad. Cabe dentro de pisos pequeños, de maleteros o de trasteros. No hay que desmontar piezas y si vas lejos viaja contigo en un transporte público hasta el punto que te interese, porque pesa poco y se puede levantar del suelo y mover con las manos. Nadie habla de lo que pesa un patinete eléctrico: si en tu escalera no hay ascensor, subirlo o bajarlo de casa es un infierno.

No me sorprende que comercialmente EcoScooty esté apuntando hacia familias con autocaravanas, que trajinan con el ocio y el transporte encima. Pero el urbanita tiene más opciones de sacarle jugo a diario y un rendimiento de movilidad total.

Y la segunda cualidad que me inclina hacia el EcoScooty en lugar del patinete eléctrico es su diseño. Más dinámico, y más natural y orgánico para un cuerpo acostumbrado a manejar bicicletas o motos. El patinete eléctrico, por definición, carece del valor añadido de una silueta agraciada o sexy.

Ventajas y defectos

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El precio de salida, en números redondos, es de 1.600 €. Quien se desplace rutinariamente en transporte público y taxis, lo amortiza en 18 meses. Se me antoja un punto a su favor. Hay modelos de patinetes eléctricos que cuestan menos de la mitad, pero no emplean baterías modernas, ni faros LED ni cuadro de mandos preciso y completo, y su abultamiento y engorro a la hora de cargar con ellos a hombros son un handicap terrible; los patinetes tienen querencia a quedarse más en el terreno de las alquiladoras para turistas. Son más recreativos que operativos. Por descontado, es una opinión individual, probablemente resultado de la exaltación que aún me dura, y seguro que otros usuarios satisfechos con su patinete eléctrico no la compartirán.

En la ciudad española con el coste más caro de la luz, la recarga completa en casa vale algo menos de cincuenta céntimos. Otro tanto que sube el marcador.

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A pocas piezas, pocos fallos. Lo escueto de su concepto le da fiabilidad y poco desgaste. Un ejemplo claro es que no hay muelles ni suspensiones. Todo ese trabajo de confort y adaptación al terreno se gestiona a través de la opción de neumáticos elegidos y de las presiones con las que los hinches.

Más ventajas: los recambios y la garantía tendrán stock en España una vez arranque la distribución. No obstante, hay que reconocerlo tal cual es: en esto, muchos de los patinetes sí están a la par. No hay que mandar e-mails en inglés o alemán, y sentarse a esperar a que lluevan ranas para reparar cualquier eventualidad.

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Y en el rincón de las quejas me guardo tres: no se pueden comprar baterías extra, como en un teléfono. Cuando la gastas, has de recargarla, y careces de la posibilidad de ponerle otra mientras la primera se queda en casa enchufada.

Mi segundo plañido es que estén retrasando los modelos 500 y 800, aunque les puedo conceder que las conquistas comerciales se libren paso a paso, y que una vez nos hagamos adictos a su practicidad y a las endorfinas de placer que se desparraman con un EcoScooty, nos tienten con las versiones top.

La tercera contrariedad que se me plantea atañe a la autonomía. 30 kilómetros para algunos casos serán de sobras y para otros serán pocos. Me ocurre lo mismo que con los patinetes eléctricos: ¿por qué no hay un conmutador para cambiar el régimen del motor de modo Eco a modo Sport? Con un simple botoncito al lado del cláxon o del encendido de luces se arreglaría. Has de estar muy pendiente de cómo gestionas el acelerador. Tal como yo lo veo, no necesito esa velocidad de 35 km/h constantemente, porque no emplearía el 350 con finalidades adrenalínicas de lunes a domingo. Si pulsando un mando lo limito a 20 km/h, sé que voy a tener batería para siete, ocho o nueve kilómetros más. Señores y señoras de EcoScooty, tomen nota de esto, por favor; les transmito esta idea con el más noble propósito de redondear un proyecto que es casi, casi redondo.

Os dejo con la sesión de fotos que hicimos. Al que le gusten las cosas con ruedas y que corran, le digo que es una gozada.

5 comentarios

  1. hola buenas me interesaria poder ponerme en contacto con el servicio tecnico de ecoscooty para una pieza del sillin gracias

    mi tel. 622461112

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