Pacto entre Toyota y Microsoft por el control de los coches

Steve Ballmer y Akio Toyoda
Las dos firmas han voceado una inversión de cinco millones y medio de dólares para acelerar el desarrollo de accesorios telemáticos nuevos. La central de investigación está en Norteamérica y es el segundo paso del romance entre Toyota y Microsoft: en el mes de enero metieron mil millones de dólares en instalaciones próximas a la universidad de Stanford, en el Estado de Massachussets. Al frente de la planificación consta el rostro de Gill Pratt, señor que anteriormente se ocupaba del departamento de robótica del ejército de los Estados Unidos.

¿Nos quieren salvar?

Predican los fabricantes nobles fines; en una nota de prensa dicen querer «liberar al usuario de la tiranía tecnológica» creando Toyota Connected Inc. Entiendo que cada cual marcha por su camino y ve el mundo a su manera, pero a mí no me sonríe la idea de esta pareja y, al contrario de lo que se proclama con el ‘Toyota Entune’, me da la sensación de que la tiranía tecnológica va a apretar la mano más fuerte sobre el gaznate de los conductores.

La domótica en casa, el seguimiento de los pagos con tarjetas de crédito, la conexión veinticuatro horas con teléfono móvil y ahora el rastreo de los desplazamientos que se hacen con el coche mastican lo poco que queda dentro del significado de ‘vida privada’.

Todo bajo control

Microsoft usará sus servicios en la nube Azure, que son el equivalente de iCloud en Apple y Drive en Google. Dándole todos los datos recogidos desde el coche al propio fabricante, a las compañías de seguros y a quien quiera comprarlos para trenzar planes de márquetin, el sitio donde uno pueda esconderse de aporreamientos publicitarios y llamadas de teleoperadoras a las diez de la noche ofreciendo suscripciones será más bien estrecho.

interior Toyota
En las pruebas de coches que venimos haciendo en Motor a Fondo es habitual que desaconsejemos los accesorios telemáticos y las pantallas con WiFi; lo hacemos porque, de una parte, no hay un estándar de comunicación, y los sistemas son carísimos y quedan obsoletos en dos años. Y, de otra parte, porque nos dan escama. La neurología y la psiquiatría empiezan a apuntar que la mejor vacuna para sobrevivir al siglo XXI es ‘la desconexión’, es decir, sacar un pie fuera del círculo donde Toyota y Microsoft quieren cercarnos. Internet y dispositivos sí, pero no en todas partes y trescientos sesenta y cinco días al año.

Fuente de la información: Agencia Bloomberg

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