Iveco SeaLand y RAVx6 “Duffy”, si Julio Verne levantara la cabeza…


Son alucinantes; de verdad que Iveco es una marca a la que todos deberíamos reverenciar, porque en cuestiones de vehículos pesados y especiales no tiene parangón. Ya vimos como su nuevo camión Stralis Hi-Way, que se fabrica en Madrid, se llevaba el galardón Truck of the Year 2013. Y ahora nos traen estos vehículos anfibios. Los están exponiendo en el Salón Náutico de Génova y haciendo toda clase de demostraciones por su costa. Merece la pena olvidarse un rato de Ferraris y McLarens y dejarse arrullar por este derroche de imaginación.

El SeaLand

Es el que aparece en la primera foto. Se ha hecho sobre la base del 4X4 Iveco Daily y ha sido el ingeniero milanés, Mauricio Zanisi, quien lo ha concebido. La mecánica del original 4X4 para desplazarse sobre tierra no la han modificado para nada. Pero sí que ha habido mucho trabajo en su carrocería para hacerlo estanco. La parte de abajo es un casco de chapa de acero.


El sistema de propulsión náutica funciona con un turbodiesel de tres litros que genera un potente chorro de agua. Con ello es capaz de dar apoyo a grandes embarcaciones y remolcar lo que haga falta. Además, está concebido para operaciones de rescate, que suelen ser largas y delicadas. Por eso puede equipar depósitos adicionales de 300 litros y funcionar sin descanso hasta 75 millas náuticas (unos 140 kilómetros).

El RAVx6 “Duffy”

Éste, como veis en las imágenes, ya es a lo grande. Su origen cotidiano hay que buscarlo en el camión Eurocargo 160E30. La tracción 6X6 le posibilita intervenir en extinción de incendios y unidades de protección civil. Lleva encima una escalera articulada con plataforma que también es un prodigio, la Magirus 32-L AT. Como su nombre indica, esta escalera puede llegar hasta una altura de 32 metros y cargar con una jaula que soporte 300 kilos de peso.


A parte de los incendios, el “Duffy” está enfocado para encarar situaciones de crisis como grandes inundaciones. Se atreve con las contingencias más extremas tanto en agua como en tierra. Para que nada falle, si su sistema de propulsión náutica principal se estropea, lleva un segundo sistema de emergencia que le permite seguir con su trabajo a una velocidad de dos nudos si va a plena carga.

Si Julio Verne levantara la cabeza, escribiría siete novelas sobre estos cacharros.

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